"EL MONSTRUO" SIGUE SEMBRANDO EL MIEDO EN EL EJE CAFETERO
- adrianalapluma
- 23 abr 2021
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Garavito podría ser puesto en libertad en el año 2023, después de una pena de 40 años por torturar, violar y asesinar a cientos de niños en el Eje Cafetero. Su salida sigue provocando terror en la zona.

“La pena de muerte es incompatible con un Estado que reconoce la dignidad y los derechos de la persona, como el colombiano. Además de defender a las personas contra los delitos, hay que garantizar los derechos individuales, que son entonces límites al poder punitivo”, establecen en la Corte Constitucional de Colombia.
El tribunal condenó a 1.853 años y 9 días de prisión por el asesinato de casi doscientas victimas a Garavito. Sin embargo, como colaboró con la policía en la búsqueda de los cuerpos y no existe pena de muerte en Colombia, su condena será de 40 años y podrá optar a la libertad condicional. Podría estar en libertad en el 2023. El caso de Garavito ocasionó, y sigue ocasionando, la confrontación de opiniones con respecto a la pena de muerte en Colombia.
Entre 1992 y 1999, más de doscientos niños entre seis y catorce años fueron violados y asesinados en Colombia en manos de un violador, infanticida, sociópata y psicópata que embelesaba a los niños con su apariencia encantadora de hombre normal, para luego no sentir ningún tipo de pudor ni remordimiento a la hora de matarlos.
Luis Alfredo Garavito, apodado como “La bestia” o “El monstruo de Génova”, y considerado el mayor asesino en serie del siglo XX, es el responsable de tales crímenes durante siete años a lo largo del Eje Cafetero. Garavito nació en 1957 en Génova (Colombia) y de niño sufrió palizas y torturas por parte de su padre: quemaduras con velas, cortes con navajas de afeitar, golpes con palos mientras estaba atado a un árbol... Incluso un amigo de la familia lo violó cuando tenía solo trece años. Estas experiencias le condujeron a tener un trauma y a desarrollar una personalidad agresiva y psicótica, además de una fuerte atracción sexual hacia los niños -con catorce años intentó violar a un niño de cinco-.
Cuando Garavito tenía 35 años, en 1992, trabajaba como vendedor ambulante y era alcohólico, lo que acrecentaba su violencia. Fue entonces, después de una borrachera, cuando cometió su primer asesinato. “Yo no me di cuenta de en qué momento pasé de ser un pederasta a un asesino. No sé explicar lo que me impulsaba a matar y todavía hoy me lo sigo preguntando”, confesó el colombiano ante el periodista Jon Sistiaga en una entrevista.
A pesar de confesar que seguía un impulso para matarlos, lo cierto es que planificaba a la perfección cada uno de los crímenes: cambiaba de aspecto, se disfrazaba de distintas profesiones, apuntaba en una agenda los hoteles a los que iba, dónde estaba, con quién había hablado ese día o la edad de las víctimas.
Sin embargo, hasta pasados cinco años no se dieron cuenta de que las cientos de desapariciones en Colombia tenían un hilo conductor que conducía a Garavito. Los primeros cuerpos los encontraron a finales de 1997: eran tres niños desnudos, maniatados y degollados. Se dieron cuenta de que había un hilo conductor en todos los crímenes: en el lugar había una botella del mismo licor. Además, según los informes forenses, los cadáveres encontrados presentaban signos de torturas: les ataba los pies y las manos, les pegaba, los marcaba, cortaba o mutilaba con cuchillos y destornilladores para después violarlos. Sentía placer sexual degollando a los niños mientras los violaba.
El 22 de abril del 99 un indigente vio cómo acorralaba y besaba a un niño. Al oír los gritos de este, empezó a lanzar piedras a Garavito y le pudieron detener. Empezaron a investigar y hallaron cuerpos en más de 60 ciudades y en algunos casos tardaron hasta 20 años en identificar a las victimas desde su desaparición. Todavía hay 20 cajas con restos óseos de niños que no han sido identificados pero que fueron encontrados donde Garavito dijo que había que buscarlos.
“No considero que estoy loco, aunque sí que tengo algunos problemas como depresivo, pero me siento cabal”, confiesa Luis Alfredo ante Sistiaga. Con una autoestima distorsionada, tendencia a la depresión y al suicidio, los psiquiatras forenses elaboraron un informe que decía que “es un hombre muy peligroso, que finge emociones que no siente y se excita con el riesgo”. Así, “es capaz de manipular a todos, sacando a la luz distintas facetas que sabe manejar al mismo tiempo”, afirma uno de los guardias de la prisión en la que se encuentra.
“Yo cometí una serie de conductas que infringen las normas penales y las morales. Soy un ser humano igual que cualquier otro, con unas vallas, pero no soy peligroso”, reconoce el colombiano. Con leucemia y en estado terminal, Luis Alfredo Garavito continua en la cárcel, pasando los que podrían ser sus últimos años entre rejas. ¿Podría volver a violar y a matar cuando esté en libertad? ¿O podría reinsertarse en la sociedad? Preguntas sin respuestas que se apoderan del miedo de los niños y familias colombianas.
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