EL SUFRIMIENTO DE LA MODA
- adrianalapluma
- 24 dic 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 23 abr 2021
El glamour, la exclusividad o la sofisticación frente a la cara oculta de la moda, una cara de la que apenas se habla y que acarrea problemas como la explotación, la deslocalización o los estándares de belleza.

El glamour, la exclusividad o la sofisticación son algunas de las palabras que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en la moda. Pero esta cara de la moda masiva, del low cost para estar al alcance de cualquiera, esconde una cara oculta y preocupante de la que apenas se habla, con problemas como la explotación, la deslocalizacón o los prototipos de belleza.
La deslocalización es uno de estos problemas y consiste en que las grandes empresas, las multinacionales, trasladan sus fábricas a países subdesarrollados o en vías de desarrollo, donde explotan, principalmente, a mujeres y niños, con malas condiciones laborales, largas jornadas de trabajo y sueldos miserables, solo para obtener un poco de dinero que les ayude a sobrevivir y a llevar algo de comida a casa, mientras que solo las empresas salen beneficiadas con el sufrimiento de los trabajadores. Algunos de los países que sufren esta deslocalización son India o Bangladesh, donde se produce la mayor parte de la ropa que llevamos en nuestro día a día sin saberlo. El hecho de que la internacionalización de las empresas cree esta deslocalización, provoca que en los países desarrollados se cree miseria y paro por eliminar puestos de trabajo. Y lo peor de ello es que a los países subdesarrollados no les enriquecen, sino que se les explota.
Por lo tanto, esto solo beneficia a las grandes multinacionales de moda y esa minoría de ricos que cada vez son más, pese a que cada vez hay más gente pobre en el llamado “capitalismo salvaje” que tiene que evolucionar para que este sistema cambie y para evitar la desaparición de la clase media, centrándose más en el proletariado.
Otro de los problemas es que se promueve la anorexia a través de los cuerpos de modelos y de las pasarelas más prestigiosas, promoviendo un canon de belleza 90-60-90 prácticamente imposible de conseguir. Esto provoca que muchas personas, principalmente chicas jóvenes, se quieran parecer a estas modelos esqueléticas porque creen que así serán totalmente bellas y perfectas como consecuencia de una belleza irreal basada en enfermedades como la anorexia o la bulimia, tan extendidas actualmente. Y pese a que cada vez son más las marcas que sacan campañas o imágenes de modelos de ropa de tallas grandes o lo que ellos llaman “modelos curvy”, es decir, modelos que representan la belleza real en una gran variedad de cuerpos como Ashley Graham; muchas de estas empresas o marcas solo lo hacen por la imagen que dan al exterior, para captar la atención de los espectadores pero sin confiar ni creer realmente en este tipo de belleza que tanto se siguió en los años 50. Así es imposible que cambie y evolucione la mentalidad de la sociedad en la que vivimos, basada en la falsa perfección.
En definitiva, si no empezamos cada uno por cambiar nuestra mentalidad con respecto a los cuerpos y a la belleza, a aceptarnos, a querernos y a dejar a un lado esos cánones de belleza, no podremos reivindicarnos frente a estas empresas y marcas que oprimen nuestra felicidad con nuestros propios cuerpos. Aceptarnos a nosotros mismos significa valorar nuestras imperfecciones tanto como nuestras perfecciones.
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