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OCULTADAS, OLVIDADAS

  • adrianalapluma
  • 23 abr 2021
  • 3 Min. de lectura

A lo largo de la historia, las mujeres han sido invisibilizadas, olvidadas, puestas en su segundo plano, por detrás de los hombres. Es el momento de parar, visibilizar y reconocer a las mujeres que durante mucho tiempo han sido ocultadas y olvidadas.




En pleno siglo XXI, muchas de estas mujeres como Elena Garro, Gabrielle Munter, Martha Gellhorn, Mileva Maric, Zenobia Camprubí, Mary Moffat, o Hedy Lamarr, siguen sin ser reconocidas y seguro que a muy pocas personas les suenan:


Elena Garro: estudió en la UNAM, la universidad donde estudiaron Berkeley y la Sorbona. A los 21 años viajó a España en plena Guerra Civil junto a su pareja, Octavio Paz, para participar en el Congreso de Escritores Antifascistas. Es considerada como precursora del realismo mágico y sin embargo, es una desconocida fuera de México. Pese a ser guionista, periodista y escritora mexicana, vivió toda su vida a la sombra del poeta y premio Nobel, Octavio Paz.


Gabriele Munter: es una pintora expresionista alemana que no pudo estudiar en la Academia de Bellas Artes de Múnich, ya que estaba avetada a las mujeres. Fue alumna de Vassily Kandinsky, con quien se casó más tarde y con quien formó el grupo artístico “Der Blaue Reiter” en Berlín. Con la Primera Guerra Mundial tuvo que dejar Alemania, Kandinsky la abandonó y cayó en una depresión que hizo que dejara de pintar. Durante la Segunda Guerra Mundial y gracias a ella, numerosos lienzos fueron salvados de la destrucción Nazi.


Martha Gellhorn: es una periodista americana que publicó en “The New Republic” y fue corresponsal de “United Press” en París. Se casó con el escritor Ernest Hemingway y trabajó como investigadora para la Federal Emergency Relief Administration, recorriendo Estados Unidos durante la Gran Depresión. Fue corresponsal de guerra en España, Finlandia, Hong Kong, Birmania, Singapur y Gran Bretaña, entre otros. En 1943, harto de sus ausencias por trabajo, Hemingway le escribiría en una carta: “¿eres corresponsal de guerra o esposa en mi cama?”


Mileva Maric: es una matemática serbia que fue la primera esposa de Einstein, se graduó con máxima calificación en Física y Matemáticas. Sus conocimientos matemáticos fueron claves para que Einstein desarrollara sus teorías. Abandonó sus estudios en 1901 al quedar embarazada, teniendo que abandonar sus investigaciones científicas. Es conocida como Mileva Einstein, por ser “esposa de”.


Zenobia Camprubí: es una escritora y lingüista española que se casó con el poeta Juan Ramón Jiménez. Viajó siendo muy joven por EE.UU y escribió cuentos en inglés. Estudió en la Universidad de Columbia (Nueva York), escribió artículos en revistas norteamericanas, tradujo cuentos del inglés, adaptaba obras de teatro… e incluso fundó una asociación de mujeres en España. Fue profesora en la Universidad de Puerto Rico y de Maryland y es conocida como esposa del poeta y no por su propio trabajo.


Mary Moffat: exploradora sudafricana que se casó con el misionero y explorador escocés David Livingstone. Siguiendo a su esposo, atravesó dos veces el desierto de Kalahari cargada con tres de sus hijos. Participó en la labor evangelizadora y exploradora de su marido. Contrajo la malaria, la causa de su muerte, y fue enterrada bajo un baobab. Para encontrar su tumba hay una señal que pone “tumba de la esposa del Dr. David Livingstone”.


Hedy Lamarr: inventora, ingeniera y actriz austriaca. De niña fue considerada superdotada, estudió ingeniería y se dedicó al teatro, pero fue obligada a casarse con un industrial del armamento próximo a los nazis. Fue encerrada por su marido en casa aunque consiguió escapar a EE.UU. Se convirtió en una estrella de Hollywood en los años 40 y fue la creadora de un sistema que permitía las comunicaciones inalámbricas a larga distancia, cruciales para la guerra. Sus patentes concedidas con su nombre de casada y no artístico impidieron su reconocimiento público.


Estas son solo algunas de las mujeres que fueron y son muy importantes en diversos campos pero que nunca han sido reconocidas por sus trabajos y por eso no han llegado hasta nuestros días como han podido llegar muchos hombres. A veces no nos damos cuenta de que hay miles de mujeres que nunca serán ni son reconocidas por el simple hecho de ser mujeres, por estar a la sombra de hombres o por no reconocer o menospreciar su trabajo. Podríamos optar por ser más conscientes de esta invisibilidad, de esta desigualdad que sigue vigente hoy en día y luchar para que las mujeres también sean reconocidas, para que dejen de ser ocultadas y olvidadas en la historia, y para que sigan marcando un modelo a seguir de lucha y valentía.

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